Retrospectiva (recuerdos de la última edición)
Los niños, atemorizados, no querían presenciar el desfile de horripilantes pesadillas que acontecían sobre el escenario…
Se llevaban sus temblorosas manos hacia la cara, como para taparse los ojos y así no ser testigos de toda la crueldad del teatro: esas persecuciones demoníacas, esas sombras que presagian un crimen, la aparición de un monstruo sádico o de desconocidas bestias entrenadas en la producción de todo género de atrocidades, de torturas humanas… ¡QUÉ ESPANTO!
¿Estaremos preparados este diciembre para soportar tanto terror?
RETROSPECTIVA (recuerdos de la última edición)
«El niño es padre del hombre»… El autor de este enigmático y sugerente verso fue el poeta inglés William Wordsworth. La niñez o la infancia fue para los espíritus románticos el nostálgico símbolo de una vida sumida en la inocencia, la armonía con la naturaleza o el sentimiento de eternidad. Anhelaban recuperar los primeros y despreocupados años de la vida, aquella imaginación libérrima, exuberante y desprejuiciada o toda nuestra dañada, y hasta en ocasiones rota, facultad de asombro.
En El Festival Internacional del Cuento de Los Silos observé un mirar infantil, candoroso, insinuándose en ojos cercados por las arrugas, la palidez o el cansancio. Los adultos parecían recuperar esa ilusión, esa ingenuidad, que titila en la mirada de los niños. Escapamos hacia la infancia, estiramos las manos hacia el niño que fuimos, para salvarnos de la pesadez de nuestra vida adulta, de su falta de imaginación, de su radical ausencia de espontaneidad, de sentido y de confianza en la incertidumbre del mundo, en los otros, en uno mismo…
El libro es promesa de una huida victoriosa de la realidad más prosaica, vulgar o rutinaria. Escapamos de la previsibilidad de nuestras vidas para marchar hacia un territorio que nos permite cumplir todos nuestros deseos, hasta los más extravagantes, crueles e imposibles. En el interior del libro es posible transformar al humano en una criatura alada, convivir con amenazantes monstruos, torpes gigantes o demonios.
Todo es posible al escribir un libro. Un acto de libertad radical. Todo lo deseado, todo lo imaginado, puede transformarse en Literatura. Y ahí alcanzamos la libertad que, en ocasiones, la vida nos niega. Ahí somos verdaderamente nosotros. Toda la profundidad y complejidad de nuestro corazón, nuestro mundo, solo habita en los libros…
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